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UNA REPÚBLICA FEDERAL Y UNIDA

  • 22 jul 2022
  • 2 Min. de lectura

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Si algo nos dejó claro las protestas de junio fue que el actual modelo de gobierno, centralista y burócrata, padece de inoperancia. Además de una completa desconexión con las necesidades del pueblo.


En este punto, la idea del federalismo pasa de ser una simple propuesta de reordenamiento a nivel de administración pública y política. Es la ruta hacia un pacto social nacional que permita reemplazar un sistema que no resuelve los problemas de los ciudadanos por otro más cercano y dinámico.


Hace algunos días el abogado Jaime Nebot Saadi planteó “una república unida y federal”. A partir de ello se ha generado a nivel país un interesante debate. Una gran mayoría no está familiarizada con el término federalismo. Mientras que un grupo más pequeño, que domina el tema, se plantea una importante duda: ¿es posible aplicar ese modelo de gobierno en el Ecuador?


El federalismo en palabras sencillas es una forma de gobierno cuya organización política y territorial permite la coexistencia de un Estado central (que es el encargado de la conducción conjunta del sistema), con otras unidades de gobierno locales llamadas Estados. Estos actúan con un nivel de independencia (de forma descentralizada) en función de sus atribuciones y competencias. Existe una Constitución Federal, así como instituciones, normas y políticas aplicables para todos los Estados. Se establecen claramente los límites con el poder local, que tiene a su vez sus propias regulaciones en cada espacio territorial y administrativo.

Esta propuesta tiene que ser analizada y discutida a fondo por la academia, medios de comunicación, los técnicos y demás actores. Pero, fundamentalmente, este cambio de modelo debería nacer de los ciudadanos y no de la política.


Se debe reformar la Constitución. Para ello, hay que agotar un trámite complejo que le impide al ciudadano ser quien impulse esta iniciativa. Por expreso mandato constitucional, le está prohibido al soberano (el pueblo) tomar acciones sobre temas que modifiquen la estructura política o administrativa del país. Lo expresado vuelve actores indispensables al presidente de la República y a los asambleístas. Ellos deberán proponer, analizar y resolver sobre el cambio de modelo. Lo preocupante es que quizá muchos ni siquiera lo entenderán.


Es importante ser realistas. Mientras el tema se discute, se conoce y se genera el gran pacto social, pasará mucho tiempo. No es una cuestión fácil de procesar y el panorama se torna más difícil mientras vivamos esta desafortunada desconexión del poder con el pueblo y sus necesidades. Recrudecerán los problemas que enfrentamos como país durante este largo proceso de transición hacia un nuevo modelo. Sino remitámonos a las cifras en materia de inseguridad y falta de empleo que no mejoran a causa de las “medidas cosméticas” que sigue tomando el Gobierno.


Es indispensable que esta propuesta en construcción aterrice a la realidad que vivimos. Que no sea luego un mal ejercicio como el modelo de gobierno creado, a medida de un proyecto político, en la Constitución de Montecristi. Que esta República Federal y Unida sea, esta vez, el traje a la medida de las necesidades de los ecuatorianos.

 
 
 

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